Qué hay debajo de los árboles y la piel

por Daniela Arredondo Soto | Ganadora del Concurso Nacional de Poesía 2024

Plegaria antrópoda

Cántenme, gemas de la tierra.
Enséñenme a besar sus alas
para que como ustedes yo también vuele.
Coman la sangre envejecida de mi cuerpo
para que, en su exoesqueleto,
vea en espejo lo que ya no soy.

Antenas del mundo artrópodo, guíenme:
que mi piel dirija al cielo
las voces de su tacto.

Insectos que al estar en el lodo
la vida iluminan,
brillen en mi piel
hasta convertirme en el Sol.

¿Soy un robot?

Un humano es el que selecciona
todas las imágenes de semáforos
(quien entiende tipografías extrañas está a salvo).

No existe el que camina en las calles
ni el ciego o el que nunca ha conocido la ciudad
porque si un bot elige que no eres humano,
Delate.

Si abro mi cuerpo

Me da miedo saber
que estoy tan cómoda
cerca del

fuego,

que no noto la ausencia
de mis vellos quemados.

Duele el saber que otros también arden,
que en sus calvas destrozadas
se anidan las lesiones rojas
que quedan de los sueños perdidos.

Miro que alguien me llama,
con los brazos abiertos,

extendidos de apapacho

en la coagulación de mis piernas.

Qué tierno es

el sueño

contorsionado,

cuando en alguna parte,
imagino cómo son los ojos

mallugados,

los vientres que con su sangre

usan de vendaje a las flores angustiosas.

Duerme mi sangre poco amorosa,
mis hematomas de olvido
se ocultan en recuerdos,
duermen anestesiados,
en mi cama de pólvora.

Búsqueda

Tenía un ombligo que me mostraba
que alguna vez
estuve unida a mi madre,
ahora soy ombligo del agua,
vientre de la tierra.

¿Lo ven?
La piel es la muestra de la existencia de otra piel.
Parece que nada hay que la naturaleza
nos haya encaminado tanto
como a la búsqueda,
como al deseo de entregar nuestra piel,
de saber qué se siente el otro,
de saber cómo me siento al ser tocado por otro.

Soy eco,
mil voces rebotan y repiten mi deseo

mi deseo, mi deseo.
Soy la búsqueda de otro cuerpo.

Las grutas son como yo: boca de la tierra
porque por sus labios expanden lo que hay dentro,
lo desmaterializan, penetra en los oídos,
atraviesa la piel.
La palabra es el deseo de entrar en otro cuerpo.

Úlcera sacra

La tierra está cuarteada,
las marcas de mi mano
al tocarla,
desaparecen y se llenan
de puntos asquerosos.

El suelo huele

a masajes con muñones

e insípidos desmayos de moscas blancas.

Se forman en el piso
grietas abiertas,
piel que vuela
desde las úlceras cutáneas.

Huelen a gallina maltratada
los surcos del suelo,
que dentro del agua,
visitan con alientos humosos,
las pesadillas de una llaga.

Recibí en mi casa dos mensajes:
1. Señora, pague el agua
2. El laboratorio clínico le informa
que su irrigación sanguínea es deficiente

Las obstrucciones de mis venas
al igual que los ríos,
se anudan en edificios protegidos,
riegan de secreciones enfermas
la cutánea superficie
de la belleza ya acabada.

Lamo la tierra para conocer
a qué sabe estar muriendo,
para saber de qué se alimentan aquellos
que solos,

poseen el agua

Autor: Insecto de sol


Daniela Arredondo Soto 

Egresada de la Licenciatura en Estudios Literarios por la UAQ (2020 – 2024). Dentro del ámbito de escritura creativa ha participado en talleres como el Laboratorio de Ensayo “Cuerpo e Introspección” por la Escuela de escritura Nox, “Narrativa Hipermedia” por Horacio Warpola, el taller de poesía “Cuando hay oscuridad brillan las cosas” por Ediciones O/ Centro de Experimentación, “Voz y Conjuro” por Patricia Arredondo, entre otros. Ha participado en revistas independientes en cargos de edición como la revista de cultura y humanidades “Textos mx”. Formó parte del equipo editorial del libro digital “Artes para la educación” por la Universidad de las Artes de Cuba, Universidad Pedagógica Nacional de Colombia y la Universidad Autónoma de Querétaro. Le interesa el cruce de la literatura con otras artes y disciplinas, especialmente la música y el performance, y le apasiona la exploración de la escritura, el cuerpo y las ecopoéticas.